"Escucha Hermano, Hermana"

03.06.2013 22:36

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Etiqueta 57

Que el Espíritu Santo nos lleve al discernimiento de todos los versículos anteriores para que cada vez estemos más cerca de entrar sin reservas al recinto espiritual de Dios y podamos reclamar todos los tesoros que El nos ofrece en herencia al rendir nuestra voluntad a la voluntad de Jesucristo en obediencia a la voluntad de Dios, con lo cual alcanzaremos nuestra plena identidad en El, y se nos llamará hijos de Dios y dejar de ser considerados hijos del tentador, al aceptar y creer en Cristo Jesús como dice el Nuevo Testamento. Con esto estaremos haciendo uso correcto de la llave espiritual en nuestra alma que Dios nos ha proporcionado, es decir, nuestro libre albedrío, para cultivar la semilla de la fe de Dios en nuestro jardín del alma, es decir: en nuestros surcos cerebrales, fe que El mismo nos donó para que tuviéramos el cuidado de regarla, abonarla y cultivarla con amor, dedicación y esmero mediante todos los nutrimentos que ella necesite tomándolos sin alteraciones de esa fuente de alimento espiritual que es la Palabra de Jesús en el Nuevo Testamento.
Cuando nos demos cuenta que en verdad empieza a brotar de esa semilla el tallito de la planta que se convertirá poco a poco en un hermoso y frondoso árbol, es porque en verdad estaremos comenzando a colocar en el orden correcto a nuestras tres personalidades, y así, empezaremos a notar y a sentir que en el alma, la mente de nuestro ser humano, comienza a programarse según la información que recibe de nuestro espíritu que ya se encuentra unido y fundido con el Espíritu de Jesucristo, información que es transmitida a nuestro cuerpo a través de nuestro cerebro para que así hagamos o no cualquier cosa según los pensamientos de Dios y no según los pensamientos de hombre.
Al irnos colocando en esta posición y al ser bautizados en agua para iniciar una nueva forma de vida según la Palabra de Jesús, estaremos empezando a dejar morir al hombre viejo tradicional en nosotros para que renazca el hombre nuevo, el hombre resucitado a lo espiritual, ya que empezamos a menospreciar a la pasada cabeza de nuestro ser, ya sea que ésta haya sido el cuerpo, la mente en el alma o el espíritu en forma tradicional, para colocar como cabeza de nuestro ser a la personalidad espiritual en el orden y para el propósito de Dios, ya que ésta personalidad es la única que puede comunicarlo con Dios en su Santísima Trinidad al seguir y cumplir las enseñanzas que Jesucristo nos imparte y comparte a través de su Palabra contenida en el Nuevo Testamento.
Esta enseñanza nos muestra cómo debemos disponer a nuestro espíritu para que El Espíritu de Nuestro Señor Jesucristo comparta con nosotros su Luz, esa bendita Luz que nos arrebatará de las tinieblas, esa Luz que nos permitirá seguir El Camino, La Verdad y la Vida que en Jesucristo es, conduciéndonos con amor y paciencia al lugar santísimo en el recinto espiritual de Dios para recibir a plenitud los Dones y el Fruto del Espíritu que el Dios de la Gloria y de la Honra tiene para nosotros, sus hijos, y empezar a producir y compartir el Fruto y los Dones Espirituales; siendo Dios, en Su Santísima Trinidad, el único digno de recibir la Adoración, la Gloria, la Honra y la Alabanza.
Esos dones y ese Fruto nos transformarán en conductos por los cuales fluirá sin reservas el poder y la energía que brota incontenible y eternamente del Yo-Soy Único y Verdadero, del Altísimo, de Nuestro Dios Trinito para la restauración espiritual, física y material de muchos, los que serán convertidos, a través de guardar y enseñar a cumplir la Palabra de su Hijo Jesucristo, también en afluentes y fuentes del Río de Agua Viva, esa Agua con la cual será colmada toda sed de querer conocer más de Dios a través de la Palabra de su Hijo Único Jesucristo para la Honra y la Gloria y la Alabanza de Dios en su Santísima Trinidad.
La perfecta comunión del hombre creyente de Jesús con Dios, es hacer su voluntad a través de la obediencia a las enseñanzas de Jesucristo Nuestro Señor contenidas en el Nuevo Testamento.
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Al invocar el Nombre de Jesucristo, verdadero hombre e Hijo Unigénito de Dios y el único camino para llegar a él, su Espíritu resucitado cautiva a nuestro espíritu, lo cual hace que hagamos contacto con el Espíritu Santo de Dios y se encienda la Luz de Jesús que iluminará nuestra alma y abra la mente de nuestro ser humano para rendirse a la voluntad de Dios, para recibir, por medio de la Mente de su Sabiduría Eterna y a través de Jesús, los Dones y el Fruto Espiritual que nos tiene preparados desde el principio.
Demos gracias a Dios en el Nombre de Jesús en la unidad del Espíritu Santo, por haber sido participados de la invitación para leer, estudiar, reflexionar y meditar profundamente la Palabra de Dios, a través de Jesucristo e inscrita en el Nuevo Testamento.
José Luis Hernández Cuéllar.

 

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